Río Negro (EP), 31 de octubre ‘25. El oleoducto más grande en la historia del país está a punto de completarse. El VMOS (Vaca Muerta Oil Sur) entró en su recta final: en un mes quedará terminada la soldadura y para marzo concluirá la obra civil. Su puesta en marcha, junto a la terminal portuaria, se prevé para los últimos meses de 2026.
Pero la mirada del sector ya está puesta más allá. “El VMOS es solo el principio”, comentan empresarios del rubro. En agenda aparecen nuevos proyectos de gasoductos, oleoductos y poliductos que apuntan a ampliar la capacidad de transporte y multiplicar las exportaciones de hidrocarburos.
Solo la construcción del VMOS demandó 600 millones de dólares en obras civiles y otros 400 millones en materiales como caños y válvulas. Ahora, el próximo paso será la ampliación del gasoducto Perito Moreno, una iniciativa privada de TGS que contempla tres plantas compresoras y 20 kilómetros de loops, con una inversión estimada en 700 millones de dólares.
El proyecto permitirá sumar 14 millones de metros cúbicos diarios, más de la mitad de la capacidad actual de ese ducto. Según fuentes del sector, los trabajos podrían comenzar en noviembre, apenas se cierre la etapa final del VMOS.
A la par, se prepara el gasoducto exclusivo para el proyecto de GNL de Southern Energy, que tendrá 36 pulgadas y una capacidad de 28 millones de metros cúbicos diarios. Se prevé su inicio para los primeros meses de 2026, en coordinación con la obra de TGS.
“Tiene que coordinarse muy bien con la obra de TGS porque el gas del Hilly, que viene del Gasoducto San Martín, deberá recomponerse en Salliqueló para que el AMBA no quede desabastecido”, explican desde la industria. En una primera etapa, el buque licuefactor Hilly Episeyo operará con gas del sur y luego será alimentado por Vaca Muerta.
Más adelante, se proyecta el gasoducto de YPF junto a ENI y Shell, que podría convertirse en el más grande del país, con 48 pulgadas de diámetro. Esta obra traería aparejados dos nuevos proyectos complementarios: el Vaca Muerta Liquids y el VMOS 2.
El primero sería un poliducto hacia Bahía Blanca, con plantas de fraccionamiento para procesar líquidos del gas y exportarlos como NGL’s —butano, propano, gasolina natural y etano—. El segundo oleoducto aprovecharía el crudo proveniente de los pozos de wet gas de YPF, una estrategia diseñada por Horacio Marín para mejorar la rentabilidad del proyecto.
En la industria estiman que el poliducto tendría 24 pulgadas de diámetro y el oleoducto similar, con capacidad para 110.000 barriles diarios. Ambos consolidarían un corredor energético entre Neuquén y Bahía Blanca con proyección exportadora.
Mientras tanto, las constructoras que participaron en las grandes obras de Vaca Muerta ya analizan nuevos horizontes. “Una vez concluidos estos proyectos, el país no necesitará más obras de transporte en hidrocarburos. Nuestro próximo foco será la minería”, admiten desde el sector.
El interés apunta a los proyectos de litio y cobre, en especial al Rincón del Litio y a los grandes emprendimientos cupríferos, con inversiones que podrían alcanzar 15.000 millones de dólares. En ese tipo de obras, hasta el 30% del CAPEX se destina a infraestructura, desde caminos y líneas eléctricas hasta plantas de procesamiento.
“Ese es el mercado que apuntamos del 2028 en adelante”, afirman las constructoras, que ven en la minería el próximo capítulo de expansión para la ingeniería argentina.
Con el cierre del VMOS y la inminente ola de nuevos ductos, la industria energética argentina se prepara para una década de obras monumentales, donde Vaca Muerta será el motor y el interior productivo, el protagonista.
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Fotografía Energía 360