Mendoza (EP), 27 de noviembre ‘25. En Mendoza ya estamos viviendo un cambio silencioso pero profundo en nuestra matriz hidrocarburífera: YPF está terminando su salida de las áreas convencionales maduras en la provincia dentro del llamado Plan/Proyecto Andes.
En este esquema, la petrolera se desprende de ocho áreas en Mendoza, organizadas en clústeres como Chachahuen y Malargüe (Chihuido Sierra Negra, Puesto Hernández, Chachahuen Sur, Cerro Morado Este, Cerro Fortunoso, Valle del Río Grande, y las áreas CNQ-7 y CNQ-7/A, entre otras).
El Gobierno provincial ya viene autorizando cesiones a nuevos operadores y dio por culminado el proceso de reestructuración de YPF en las áreas mendocinas bajo el Plan Andes.
Para territorios como Malargüe, esto no es solo un movimiento corporativo:
- Impacta en empleo local, pymes de servicios, transporte y comercio;
- Redefine quién invierte, quién opera y quién se hace cargo de la remediación ambiental;
- Obliga a las provincias a pensar nuevos esquemas regulatorios y de control, si quieren que las áreas maduras sigan produciendo con estándares técnicos y socioambientales adecuados.
Mientras YPF concentra su estrategia en Vaca Muerta y el GNL de exportación, las economías locales de Cuyo y la Patagonia se enfrentan al desafío (y la oportunidad) de reconversar operadores, diversificar actividades y fortalecer marcos normativos que protejan tanto la inversión como a las comunidades.
Creo que es el momento de que abogacía, ingeniería, empresas de servicios, sindicatos y gobiernos locales nos sentemos a la misma mesa para planificar este “desenganche” de YPF sin improvisación, con una mirada de desarrollo territorial y transición energética justas.
Gentileza Celeste Espina – Abogada Técnica en Hidrocarburos y Geociencias. Técnica en Higiene y Seguridad Laboral